La denuncia de la actriz Thelma Fardín contra Juan Darthés por violación ha detonado una catarsis colectiva entre mujeres de edades diversas que afirman haber pasado por situaciones parecidas en algún tramo de su vida, y que hasta ahora no habían podido verbalizar. Muchos de esos casos, incluido el de la actriz de “Patito feo”, son de larga data, y no habían sido denunciados en su momento. Hace apenas décadas -cuando las cuestiones de género todavía eran “cuestiones privadas” para la política institucional- esas denuncias habrían sido desestimadas de cuajo si faltaban evidencias materiales. Sin embargo, los tiempos han cambiado; y con ellos, la mirada jurídica. Por un lado, como señala el abogado Carlos Garmendia, la jurisprudencia y los jueces van adaptando sus valoraciones sobre los casos de violencia de género, en parte en respuesta a los protocolos jurisdiccionales o internacionales que dan cuenta de estas nuevas miradas. Y en esas nuevas miradas toma peso el contexto psicológico, cuando no hay prueba material del hecho denunciado. Así lo afirma Cristina Daives, experta en Toxicología y en registros genéticos en el Poder Judicial tucumano. “En el caso de un hecho ocurrido tiempo atrás -meses o años-, donde las evidencias físicas y biológicas no existen, el abuso debe ser probado a partir de aquella evidencia que no desaparece en este tipo de delito y son las secuelas psicológicas y psiquiátricas”, sentencia la docente de Toxicología de la Facultad de Bioquímica (UNT).
De todos modos, el caso Darthés ha disparado preguntas varias: ¿Tiene tanto peso el indicio que arrojan los informes psicológicos como la prueba material? Hay consenso en que cada caso es uno. “En casos de violencia de género, ante un hecho que pasa en la intimidad, los informes sicológicos son muy importantes”, destaca Garmendia. Y recuerda un hecho reciente en Tucumán, en el cual un juez había anulado una elevación a juicio de un caso de violencia de género porque la denuncia realizada por la víctima no podía ser tomada como prueba. “Y en general, la denuncia no puede ser la única prueba, pero la Corte ha dicho que en los casos en que (el hecho) sucede en la intimidad, la denuncia de la víctima debe ser tenida en cuenta; y más aún si ha sido efectuada en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), donde hay funcionarios judiciales que emiten los informes de riesgo; y a eso, el juez lo debe valorar como prueba”.
“Para que la prueba psicológica sea tenida en cuenta -añade la licenciada en psicología y especialista en violencia familiar Silvina Cohen Imach- debe ser un informe producto de un psicodiagnóstico fiable, con técnicas validadas en nuestro país y con triple lectura de los datos (dato en bruto, indicadores de prueba, indicadores de abuso sexual), en el que se articulan resultados de las técnicas proyectivas, psicométricas y el comportamiento del sujeto durante el proceso”. “A través de esto -continúa- es posible inferir si existen o no indicadores de abuso sexual y de traumatización; es decir, si el sujeto ha vivido situaciones traumáticas en su infancia”. Pero advierte: “hay que tener en cuenta que la prueba psicológica difícilmente pueda señalar quién fue el agresor, a menos que el sujeto nomine, grafique o represente mediante el juego al supuesto agresor”.
No se ve, pero se siente
¿Cómo se manifiestan en la consulta psicológica las huellas subjetivas del abuso sexual?
Responde Cohen Imach: “El miedo, la angustia, el llanto, pero también el enojo. El enojo de ver en ellas misma las secuelas del abuso (no poder salir sola, tener miedo a encontrárselo en la calle): y ver que el otro no ha sido sancionado por el delito que cometió. Y la angustia por no haber podido defenderse y denunciar, por el sentimiento de culpa y la vergüenza, que de forma arcaica pesa sobre la mujer frente a estas situaciones”.
“Evidencia biológica”
También están los casos en los que se preservaron, por motivos diversos, muestras materiales. “Una evidencia biológica (hisopados o prendas íntimas) -afirma Cristina Daives- es la única manera científica de establecer si hubo acceso carnal; y a partir de ello, mediante un ADN, identificar al autor del hecho”. “Cuando no existe la evidencia biológica, es el médico forense quien determinará si existen en la víctima, evidencias físicas -secuelas de acceso violento- o, el psiquiatra forense que determinará la presencia de secuelas psicológicas de violencia sexual. En hechos que se produjeron lejanos en el tiempo, y en los que no existen evidencias biológicas, la carga de la prueba -insiste Daives- estaría en el contexto psicológico”.
Al margen de las cuestiones periciales, ha irrumpido también el ¿por qué ahora? A la respuesta la acerca otra vez Cohen Imach. Dice que hasta ahora no había habido un espacio social para la denuncia. Y que hoy, y sobre todo a partir de los movimientos feministas, que son los primeros en visibilizar la violencia sexual sobre las mujeres, niños y niñas, se cree en el relato de los que denuncian. Ninguna consigna mejor para este clima de época que el tatuaje que dice: “Yo sí te creo” en los brazos de una mujer que abraza a otra, bajo el paraguas del #Miracomonosponemos.
> Plan nacional
Macri y la igualdad de oportunidades
El presidente Mauricio Macri presentó ayer el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos 2018-2020, que se fija el objetivo de “promover y garantizar la igualdad de género”, informó Télam. “Esta revolución de las mujeres es hoy un eje del siglo 21 que estamos viviendo”, dijo Macri, y evaluó que “este cambio incluye absolutamente a todos”. El Presidente marcó la importancia de que las mujeres puedan sentirse acompañadas, y las apoyó en su lucha por “misma tarea igual salario”. Lo acompañaban su esposa, Juliana Awada, la vicepresidenta, Gabriela Michetti, la ministro de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y la directora del Instituto Nacional de Mujeres, Fabiana Túñez.